SYRIZA: EL POPULISMO EN LA CUNA DE LA DEMOCRACIA.

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POR: JORGE DEL PALACIO MARTÍN

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SUMARIO:

  1. INTRODUCCIÓN.
  2. EL ASCENSO DE SYRIZA.
  3. MODELO ORGANIZATIVO Y ESTRATEGIA.
  4. LA RETÓRICA POPULISTA DE SYRIZA.

 

1.-INTRODUCCIÓN

Entre 2009 y 2015 el partido político Syriza, acrónimo que significa «Coalición de la Izquierda Radical», ha pasado de ser una fuerza minoritaria en el parlamento griego, con el 4,60 por 100 de los votos, a gobernar el país, llegando a obtener el 36,3 por 100 de los votos en las elecciones celebradas en enero de 2015. Este espectacular crecimiento ha hecho que el fenómeno Syriza, así como su joven y carismático líder Alexis Tsipras, hayan llamado poderosamente la atención tanto de la prensa internacional como del mundo académico. A modo de anécdota, en agosto de 2012 el semanario alemán Der Spiegel publicó un artículo sobre el auge del populismo en el viejo continente y en el que consideraba a Tsipras entre los diez políticos más peligrosos para Europa.

Como han señalado Olsen, Koss y Hough en su libro Left Parties in National Governments, la posibilidad de éxito electoral de los partidos de izquierda radical viene determinada, en buena medida, por la ausencia de un partido socialdemócrata fuerte que pueda capitalizar el voto de la izquierda en un sentido amplio (Olsen, Koss y Hough, 2010). Ciertamente, en el caso griego el ascenso de Syriza coincide con el hundimiento del PASOK en el contexto de la crisis económica y financiera iniciada en 20072008, cuyos efectos fueron especialmente severos en el sur de Europa. Un partido, en definitiva, que entre 2009 y 2012 perdió el 30,74 por 100 de los votos, pasando de 160 parlamentarios a 41. Sin embargo, Syriza no era la única fuerza minoritaria perteneciente a la familia de la izquierda griega que aspiraba explotar el desplome del PASOK y ocupar su lugar. Al contrario, Syriza compartía un mismo espacio político con el KKE (Partido Comunista de Grecia). Y también compartía el objetivo de ocupar el espacio dejado por el PASOK con DIMAR (Izquierda Democrática), partido de corte socialdemócrata fundado en 2010 como escisión del partido Synaspismós (SYN), el principal partido de la coalición que dio vida a Syriza en 2004. En este capítulo trataré de reflejar que el éxito de Syriza frente a sus competidores se debe a su capacidad de adaptación, tanto organizativa como discursivamente, al contexto de competición electoral generado por la crisis.

 

2.-EL ASCENSO DE SYRIZA

El ascenso de Syriza en el escenario político griego no puede disociarse de las condiciones excepcionales que generó la crisis económica en el país heleno. En Grecia, al igual que en la mayoría de los países del sur de Europa, la crisis iniciada en 2008 se tradujo pronto en una grave crisis política, social e institucional cuyas consecuencias produjeron importantes cambios en el sistema de partidos. De manera significativa, la crisis y sus efectos vinieron a poner fin a la competición política bipartidista que había presidido la vida política griega desde la instauración de la Tercera República en 1974, tras siete años de «Dictadura de los coroneles». Desde los años setenta, tanto el PASOK, en representación del centroizquierda, como la Nueva Democracia (ND), en representación del centroderecha, sumaron sistemáticamente más del 80 por 100 de los votos en cada elección parlamentaria. Mientras que el Partido Comunista Griego (KKE) se situaba en tercera posición (Pappas, 2013).

Las elecciones de 2007 señalaron por primera vez unos comicios en los que la suma de los votos de los dos principales partidos no superó el 80 por 100, quedándose en el 79,9 por 100. Y las elecciones de 2009, ya en plena crisis, confirmaron la tendencia descendente del PASOK y ND, al registrar, juntos, el 77,4 por 100 de los votos. Sin embargo, las elecciones de 2012 significarían un verdadero terremoto para el sistema político heredado de los años setenta. Un verdadero antes y un después en la política griega, pues los dos principales partidos solamente sumaron un 42 por 100 de los votos abriendo la puerta a un nuevo escenario político. Entre las características principales de este nuevo sistema de partidos que emergió de las elecciones de 2012 cabría destacar el nacimiento de nuevos sujetos políticos como DIMAR (Izquierda Democrática), el partido de derecha ANEL (Griegos Independientes), To Potami (El Río) y la instauración de una nueva suerte de bipartidismo: Syriza vs ND (Teperoglou y Tsatsanis, 2014). Y también debe asociarse al escenario político de la crisis el ascenso electoral en 2012 del partido de extrema derecha Amanecer Dorado (Ellinas, 2013).

Para entender el hundimiento del PASOK y su progresiva sustitución en el sistema de partidos griego por Syriza no puede perderse de vista que en abril de 2010, ante la perspectiva de entrar en default, el gobierno socialdemócrata de Papandreou aceptó un paquete de medidas de rescate que incluía severas políticas de ajuste para el país. Syriza encontró en ese momento la posibilidad de convertirse en la voz de la oposición criticando al PASOK por haberse convertido en el brazo ejecutor de la «Troika». Léase, de la Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Este rápido posicionamiento de Syriza provocó una primera fuga de cuadros y votantes del PASOK al partido liderado por Tsipras (Klapsis, 2015). Sin embargo, podría decirse, siguiendo a Bosco y Verney, que el verdadero punto de inflexión que determina el éxito de Syriza se encuentra en la segunda mitad del año 2011. Periodo histórico que marca un antes y un después para los sistemas de partidos de las democracias del sur de Europa. Pues tanto Portugal, como España, Italia y Grecia sufrieron cambios de gobierno forzados por la evolución de la crisis de la deuda soberana en la Eurozona. En concreto, noviembre de 2011 marcó un momento de excepción, pues tanto Papandreou, como José Luis Rodríguez Zapatero y Silvio Berlusconi dimitieron en el lapso de 18 días. La caída en cadena de los cuatro gobiernos del sur de Europa en el periodo en 5 meses —el portugués José Sócrates dimitió en junio— generó un descrédito generalizado de los partidos tradicionales y puso su autonomía frente a la «Troika» en entredicho (Bosco y Verney, 2012).

Precisamente, el impacto de la crisis en los países del sur de Europa trajo, por tanto, una erosión generalizada de la base electoral de los partidos tradicionales y, de manera consecuente, generó un contexto de oportunidad creciente para los partidos que quisieran aprovechar la creciente movilización social contra las medidas económicas impuestas por la Unión Europea. Este es el escenario que explica el crecimiento del Bloco de Esquerda en Portugal, de Podemos en España, del M5S en Italia y, también, de Syriza en Grecia. Salvo en el caso del M5S, cuya naturaleza ideológica es más compleja, todos ellos ejemplifican casos de partidos con raíces en la izquierda radical que han crecido en el contexto de la crisis recurriendo a una retórica populista.

Así como en España la pérdida de apoyo electoral del PSOE sería aprovechada por Podemos, en el caso griego el colapso del PASOK en las elecciones de 2012 sería ocupado de forma espectacular por Syriza. En esta estrategia de ascenso pueden distinguirse, de forma clara, dos fases diferenciadas. La primera fase se abre con la firma, por parte del gobierno griego de Papandreou, del primer plan de ajuste económico en mayo de 2010 y se cierra con las elecciones de mayo y junio de 2012. Elecciones que convirtieron a Syriza en el principal partido de la oposición en Grecia. Esta fase resulta crucial, pues coincide con las manifestaciones masivas por parte del movimiento de los «Indignados» griegos, que Syriza apoyó plenamente e hizo funcionales a su estrategia. La segunda fase puede considerarse de consolidación política y engloba la victoria de Syriza en las elecciones europeas de 2014 y las históricas victorias en las elecciones al parlamento griego de enero y septiembre de 2015 ya como partido unificado y no como coalición (Tsakatika, 2016).

 

3.-MODELO ORGANIZATIVO Y ESTRATEGIA

Tal y como ha señalado Myrto Tsakatika, el contexto generado por la crisis económica en Grecia, combinado con el gobierno conservador de Nueva Democracia desde junio de 2012, se convirtió en un escenario de oportunidad para los partidos minoritarios de izquierda o centroizquierda en la oposición —Syriza, DIMAR, KKE o To Potami— que buscaban desplazar al PASOK. Debido, sobre todo, a que se encontraban mejor posicionados que ningún otro para satisfacer cuatro demandas. En primer lugar, existía una ocasión clara para apelar a la unidad de la izquierda en oposición a la derecha en el poder recuperando, simbólicamente, la idea del Frente de Liberación Nacional de los años cuarenta. En segundo lugar, el auge de una opinión pública euroescéptica favorecía a los partidos minoritarios que, con mayor o menor intensidad, habían incorporado un discurso crítico con la Unión Europea frente al europeísmo, y colaboración en la implementación de las políticas de la UE, de los partidos tradicionales. En tercer lugar, las severas políticas de ajuste de la Unión Europea suponían un contexto de oportunidad para los discursos contra la austeridad. Y, en último lugar, la crisis generó un espacio creciente para los discursos contra los partidos tradicionales, a los que se asociaba con una gestión corrupta y una incapacidad probada para gestionar la situación de crisis. Según Tsakatika, el éxito de Syriza se debe, en buena medida, a la capacidad del partido liderado por Alexis Tsipras para dar la mejor respuesta estas cuatro demandas (Tsakatika, 2016).

A la hora de entender la mejor capacidad de adaptación de Syriza al contexto generado por la crisis —por ejemplo, frente a la escasa capacidad de maniobra de su tradicional rival por el control de la izquierda radical, el Partido Comunista Griego (KKE), debe considerarse el recurso del partido de Tsipras a una retórica populista capaz de ir más allá del discurso de clase del KKE e integrar a nuevos movimientos a través de la apelación al «pueblo», resulta crucial. Sin embargo, antes de atender a este aspecto merece la pena analizar la naturaleza organizativa de ambos actores, pues también ofrece información relevante sobre la distinta capacidad de adaptación de ambos partidos al nuevo contexto. Sabemos, gracias al trabajo clásico de Angelo Panebianco Modelos de partido, que el momento fundacional de los partidos, y el modelo que se deriva del mismo, condiciona en buena medida la vida de la organización (Panebianco, 2009). En el caso griego, tanto el origen ideológico como el modelo organizativo del KKE y de Syriza predispondrá a ambos movimientos a opciones y desarrollos distintos.

En este sentido, la estructura cerrada y centralizada del Partido Comunista Griego, combinada con una acción tradicionalmente orientada a los militantes y a la representación de los intereses de los grupos afines, terminó jugando en contra de la posibilidad del KKE de abrirse manera rápida y efectiva a la proliferación de movimientos sociales que, a partir de 2011, cristalizarían en el fenómeno de los «Indignados». Un fenómeno que en Grecia nace de la movilización a través de las redes sociales y sin un origen de partido. En cambio, Syriza apoyó activamente los movimientos de protesta contra el sistema, cuyo discurso estaba preñado de un fuerte componente antipolítico. Y participó de forma relevante en las asambleas organizadas por los «Indignados» en la plaza Syntagma de Atenas. Finalmente, terminó arropándolos con un discurso en el que se ofrecía una narrativa que explicaba y justificaba el nacimiento de la protesta (Tsakatika y Eleftheriou, 2013).

Syriza fue fundada en 2004. No como partido único, forma que tomaría en 2012 una vez consolidado como primera fuerza de la oposición, sino como coalición. Como constelación de diversos partidos minoritarios de izquierda e izquierda radical, entre los que podían encontrarse desde socialdemócrata hasta excomunistas, marxistasleninistas, trotskistas, maoístas, ecologistas, etc. Hasta que el escenario de crisis catapultó a Syriza al poder, el partido de Tsipras vivió sus primeros años estancado electoralmente, oscilando entre el 3 por 100 y el 5 por 100 de los votos. En general, se mantuvo aferrado a un discurso de corte antiliberal y anticapitalista genérico, más o menos antisistema, que le permitió hacer suyas las demandas de protección de los derechos de las minorías étnicas, religiosas, lingüísticas y sociales, así como los de los inmigrantes (Klapsis, 2015).

En todo caso, no cabe duda de que la naturaleza organizativa de Syriza favoreció su capacidad de apertura a nuevos movimientos. Sobre todo porque su condición de coalición de partidos, unido al pluralismo interno de la organización y a su énfasis en la democratización de la vida interna de la organización, facilitó la incorporación de nuevos colectivos de protesta contra el sistema. Así como la posibilidad de integrar sus demandas a través de un nuevo discurso. Nótese, sin embargo, que a pesar de que Syriza respondió a la forma de coalición de partidos, al menos hasta 2012, el 80 por 100 de sus cuadros —entre ellos, el propio Alexis Tsipras—, activistas y votantes son patrimonio del principal partido de la coalición: SYN (Synaspismós) (Tsakatika y Eleftheriou, 2013). Se trata, en este caso, de un partido fundado en 1991 —aunque con vida como coalición desde 1988— como escisión del KKE. Un partido que, siguiendo la lógica de reconversión de los partidos comunistas europeos tras la implosión de la URSS, se presentó ante la opinión pública como socialista, democrática y pluralista, jugando un papel especial como aliado del PASO K. Io que, retrospectivamente, ha facilitado el trasvase de votos de una formación a otra en el contexto de crisis. Siguiendo el trabajo clásico de Kalyvas y Marantzidis, cabe señalar que SYN innovó la vida ideológica de la izquierda griega mostrando atención a los valores postmateriales de la llamada «Nueva izquierda». Léase, el ecologismo o el feminismo, y sintonizando con los discursos ante globalización, antinacionalismo y proinmigración de los a nos venta. Todo con el objeto de atraer hacia la izquierda excomunista a nuevos votantes jóvenes, urbanos y profesionales (Kalyvas y Marantzidis, 2002).

La cultura política del SYN impregna el proyecto de Syriza como coalición desde su propia fundación. Y, de alguna manera, puede decirse que ha determinado sus líneas de desarrollo. Pues la principal estrategia de crecimiento de Syriza se ha proyectado en dos terrenos. Primero, incorporando progresivamente las demandas de los movimientos sociales a través de un discurso crítico con el sistema capitalista, a la par que rechazando de manera vehemente cualquier tipo de coalición, presente o futura, con el PASOK. Segundo, a través de la participación en las acciones de protesta, arropando a los movimientos sociales, pero respetando su autonomía (Tsakatika, 2016).

 

4.-LA RETÓRICA POPULISTA DE SYRIZA

Distintos autores han señalado en la introducción a este volumen que el populismo puede ser definido como una ideología que trabaja sobre dos axiomas principales e irrenunciables. Según el primero, «democracia» significa exclusivamente gobierno del pueblo (Meny y Surel, 2002; Kriesi, 2014). En virtud del segundo, se da por hecho que toda sociedad está atravesada por una división esencial entre dos grupos homogéneos y antagónicos y que la política debe asumir este escenario. De un lado estaría el pueblo, entendido como sujeto moral colectivo y representante de una voluntad única. En el otro polo estaría la oligarquía, entendida como la élite política que ha secuestrado la democracia para su provecho (Canovan, 1981; Mudde, 2004).

A continuación, se explicará por qué Syriza puede considerarse un partido populista por el uso intensivo de un discurso que cumple con ambos criterios de demarcación. Sin embargo, a diferencia de otros partidos protesta del sur de Europa que crecen o se fundan al calor de la crisis económica y financiera —léase, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) o Podemos—, el partido liderado por Alexis Tsipras no nace populista. Al contrario, a través del análisis de sus discursos se hace evidente que en el caso de Syriza nos encontramos ante un partido de izquierda radical que se va haciendo populista a medida que el contexto privilegia esa opción estratégica.

En un interesante artículo sobre el discurso populista de Syriza de Yannis Stavrakakis y Giorgos Katsambekis, se ofrece evidencia empírica que permite visualizar un cambio radical en la retórica del partido. En el discurso ofrecido por Alexis Tsipras en la plaza Kotzia de Atenas en septiembre de 2009 la palabra «pueblo» fue utilizada en cinco ocasiones. En el discurso que Tsipras dio en la plaza Ornonia de Atenas tres años después, en 2012, el líder de Syriza se refirió al «pueblo» en 51 ocasiones. A mayor abundamiento, en la campaña electoral de 2012 el periódico del partido, Avgi, llevó a portada titulares como «El pueblo y la izquierda para la nueva Grecia» (5 de mayo de 2012), «No corromper el mandato del pueblo» (8 de mayo de 2012), o «Una victoria para la izquierda, una victoria para el pueblo» (15 de junio de 2012). Sin embargo, ninguna de las portadas que acompañó las campañas de 2004, 2007 o 2009 hacía un uso tan intensivo y explícito de la apelación al «pueblo» (Stavrakakis y Katsambekis, 2014).

Del mismo modo, la incorporación del concepto «pueblo» se encuadra en una visión antagonista de la política. Como se analizó en la introducción a este volumen, el populismo trabaja de forma intensa sobre la lógica schmittiana amigo-enemigo. Y el enemigo del pueblo suele estar encarnado por la élite política. En el discurso de Syriza la fuerza movilizadora de esta lógica antagónica pueblo-élite se encarna en un relato simple, pero que se ha mostrado muy eficaz: el pueblo y su soberanía están siendo agredidos por medio de las políticas de austeridad implementadas por la élite política. En esta narrativa, la élite política que ha sometido al pueblo a través de las severas políticas de ajuste tiene un doble significado. Ad intra, por élite política puede entenderse a los partidos tradicionales griegos: ND, PASOK, DIMAR o LAOS. Ad extra, el enemigo es el neoliberalismo y las instituciones que, según el discurso de Syriza, lo defienden y amparan: el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea (Stavrakakis y Katsambekis, 2014).

Merece la pena reseñar que el discurso populista de Syriza también encuentra uno de sus enemigos principales en la Alemania de Ángela Merkel, a quien considera el principal impulsor de las políticas de austeridad aplicadas en Grecia a través de los planes de ajuste. Al definir a Alemania como enemigo Syriza establece un paralelismo entre el presente y el pasado, señalando la similitud de la situación actual con la resistencia frente a la ocupación de Grecia por las fuerzas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. Más aún, en la retórica desplegada por Syriza los «memorándum» han sido descritos como los instrumentos a través de los cuales los gobiernos extranjeros y la llamada «Troika» han impuesto su voluntad sobre el pueblo heleno. Y, por ende, las fuerzas políticas que aceptaron y aplicaron los planes de ajuste en Grecia han sido tildados de «colaboracionistas» (Klapsis, 2015). Este paralelismo histórico ha servido a Syriza para vincular simbólicamente la acción de su partido en defensa de los intereses de los griegos con el papel histórico del Frente de Liberación Nacional. En este sentido, Syriza no ha perdido la ocasión de explotar el valor simbólico de tener en sus filas a Manolis Glezos, héroe de la resistencia frente a la ocupación nazi (Tsakatika, 2016).

 

 

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