Cómo Exploraban el Mundo en el Antiguo Egipto

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EGIPTO Y SUMER

Más que ningún otro imperio de Oriente, Egipto estaba separado del resto del mundo por sus fronteras naturales, mares, montañas o arenas ardientes; en mayor grado que ningún otro, vivió tres mil años de historia concentrado alrededor de su río, orgulloso de su cultura, sin apenas buscar apertura hacia el mundo. Sin embargo, los contactos con el exterior no le faltaron del todo.

Desde el fin de la época prehistórica hubo intercambios de influencias entre la civilización de Egipto y la de Sumer: en el milenio IV aparecen las mismas formas de vasos con pico y de sellos cilíndricos; a fines del milenio IV se presentan sobre el famoso mango de cuchillo en marfil, encontrado en Yebel-el-Arak y conservado en el Louvre, motivos netamente asiáticos: un barco de popa y proa elevadas, diferente de las barcas nilóticas en papiro y semejante a la de los cubos sumerios; perros que recuerdan los perros de caza de Mesopotamia y no el lebrel de Egipto; un barbudo domador de leones, vestido con una túnica flotante y un turbante, en el que René Dussaud ha reconocido uno de esos semitas del desierto arábigo que debieron de hacer oficio de intermediarios entre las dos civilizaciones. De Sumer vinieron también otros motivos artísticos, modelos de soporte de vasos, y más tarde la carreta de ruedas y el torno de alfarero.

En cambio, se admite hoy que la escritura pictográfica nació casi simultáneamente, en todo caso de manera independiente, en Egipto y en el país de Sumer.

 

DEL NILO AL MAR ROJO.

Por importantes que fueran estos contactos para el desarrollo de la civilización primitiva, las relaciones de Egipto con los bordes del mar al mar Rojo y con el valle alto del Nilo eran de utilidad más inmediata para su vida económica. Egipto obtenía su cobre del Sinaí, salvo importaciones ocasionales de Chipre; pero era preciso organizar verdaderas expediciones para proteger los convoyes contra los ataques de los beduinos o de los trogloditas. Para llegar al mar Rojo se podía atravesar la banda desértica que lo separaba del Nilo, principalmente por el valle del uadi Hammamat, rico en cuarzo y en esmeraldas, un poco al norte de Tebas, que terminaba en el puerto de Saou (hoy Koseír). Para intensificar las relaciones entre el delta y el mar Rojo, los faraones de la XII dinastía (2000-1800) tuvieron la idea de excavar un canal —lejano antepasado del canal de Suez— que uniese un brazo oriental del Nilo al gran lago Amargo; con 150 km. de longitud y 25 a 30 m. de anchura y de 3 a 4 de profundidad, no fue utilizado más que en los raros períodos en que una gran prosperidad permitía efectuar los trabajos de conservación, porque el canal se llenaba de arena y por su parte, a principios del milenio I, los lagos Amargos dejaron de comunicar con el golfo de Suez. El faraón Necao II (609-594) emprendió la restauración del canal existente y la apertura de una nueva porción del lago Amargo al mar libre; pero la tarea, que le costó 120.000 muertos, no fue llevada a término sino por el rey de Persia, Darío (521-486). En el siglo m a. de C., Tolomeo Filadelf o prolongó el tramo sur hasta el puerto de Arsínoe, donde se encuentra la actual ciudad de Suez. Restablecido por los emperadores romanos Trajano y, luego, Constantino, posteriormente por Justiniano y finalmente por los árabes, en el siglo VII, el canal entre el lago y el golfo de Suez fue definitivamente cerrado en 776.

6-Maniobras de barcas egipcias a vela

MANIOBRAS DE BARCAS EGIPCIAS A VELA Dos órdenes son dadas por el gesto, una para el velamen, otra a los pilotos. Adviértase a la derecha cómo un marinero llega a tomar agua con una mano asiéndose a la nave con la otra (Bajorrelieve de Mastaba. Museo del Louvre.)

EL PAÍS DEL PUNT.

Las naves marítimas egipcias no eran sino barcos fluviales modificados: tenían un casco simétrico en relación al centro y curvado en forma de piragua; eran propulsados por una fila de remeros —treinta o más— y por una vela cuadrada izada en un mástil abatible: navíos buenos para el cabotaje; los egipcios preferían dejar a sus colegas los provechos y los riesgos de la navegación sobre el Gran Verde. No obstante, en diversas ocasiones los egipcios dirigieron expediciones por el mar Rojo para ir a buscar al país del Punt, además del oro, la mirra y el incienso necesarios para el culto. La palabra «Punt» designa, bien el sur de Arabia, bien, principalmente, la costa de Somalia, o bien, tal vez, ambas regiones. Se tiene noticia de una expedición que se remonta a la V dinastía a mediados del milenio III. Pero la más famosa es la que la reina Hachepsut organizó hacia 1495, cuando Egipto recobraba el aliento entre las campañas victoriosas de Tutmés II en dirección a Siria y las conquistas de Tutmés III, que debían llevar a su apogeo el poderío del Nuevo Imperio.

1-Trazados de las expediciones egipcias al Punt (Abisinia o la costa de los Somalis o el África oriental) Las 1º expediciones egipcias se remontan a mediados del milenio III

Trazados hipotéticos de las expediciones egipcias al Punt (verosímilmente Abisinia o la costa de los Somalis, o también, según ciertos comentadores, el África oriental). Las primeras expediciones egipcias conocidas se remontan a mediados del milenio III.

En el templo inmenso que la reina dedicó a Amón-Ra, al pie del majestuoso acantilado de Deír el Bahri, cerca de Tebas, una serie de relieves y de inscripciones jeroglíficas, esculpidas sobre un gran muro, relata en términos ampulosos el viaje de los cinco navíos de treinta remeros, la acogida hecha al enviado de la reina por los príncipes del país y el intercambio de «presentes» egipcios contra el «tributo» de los indígenas. «… Se les llevó pan, dulces de miel, vino, carne, frutos secos y artículos de toda dase del país de Egipto, según las órdenes de la corte… El príncipe de Punt vino, trayendo consigo el tributo, a la orilla del gran mar… Los navíos fueron colmados con las maravillas del país de Punt: maderas olorosas del país divino, resina de mirra, arbustos de mirra enteros, y ébano, y marfil puro, y el oro verde del país Emu (?), madera de árbol de la canela, incienso, coloretes para los ojos, babuinos, monos, pieles de panteras del Sur e indígenas con sus hijos…» Los árboles de mirra fueron plantados sobre una terraza del templo, transformada así en un pequeño Punt dedicado al dios solar. Se indica expresamente en el texto que el Punt no había recibido desde hacía mucho tiempo la visita de los egipcios y que por eso los productos del país eran conducidos por una cadena de intermediarios, probablemente árabes.

Retengamos de esto que desde la más remota antigüedad una flotilla egipcia se aventuraba, de vez en cuando, hasta la vecindad del estrecho de Bab-el-Mandeb.

2-Reconstrucción de un navío del bajorrelieve de Deír el Bahri. Relata las etapas de la expedición naval enviada por la reina Hachepsut al país del oro y del incienso

Reconstrucción de uno de los navíos del bajorrelieve de Deír el Bahri que re-lata las etapas de la expedición naval enviada por la reina Hachepsut al país del oro y del incienso

LOS EGIPCIOS EN EL SUDÁN.

La penetración egipcia en el valle del Nilo no ha alcanzado nunca una latitud tan meridional. El Egipto propiamente dicho se terminaba a la altura de la primera catarata y de la ciudad de Siena (Asuán); se llamaba Nubia a la región comprendida entre la primera y la segunda catarata. De un macizo montañoso situado al este de la segunda catarata y del uadi Allaki hacían venir los egipcios su oro. Nubia proporcionaba también el marfil, el ébano, las pieles de animales salvajes, las plumas de avestruz y los esclavos negros de procedencia más meridional. Más allá comenzaban el Sudán y Etiopía. Hacia el año 2700, el faraón Esnefru se estableció sólidamente al sur de la primera catarata; trescientos años más tarde, repetidas expediciones rebasaban la segunda catarata y exploraban el país al Oeste y al Sur; pero la región no fue definitivamente conquistada a las poblaciones negras y fuertemente organizada hasta los faraones de la XII dinastía, que prohibieron a todo barco procedente del Sudán franquear la segunda catarata. Nuevo avance bajo el Nuevo Imperio, en el siglo XV, después de un período de retroceso: Tutmés III avanza hasta la cuarta catarata y somete todo el «país de Kush», es decir, el Sudán actual, con Napata, su capital. La influencia egipcia fue allí profunda y duradera, y es seguro que los colonos y funcionarios venidos del Norte exploraron la región, sobre todo hacia el Sur; hicieron jornada en Meroe, que vino a ser la capital del reino de Etiopía egiptizado, y reconocieron la sexta catarata. Pero no se posee ninguna prueba válida de que hayan rebasado, ni siquiera alcanzado, la confluencia del Nilo Blanco y el Nilo Azul, cuya existencia ignoraba Herodoto, informado por los habitantes de Elefantina, cerca de Siena. De las profundidades misteriosas del África ecuatorial, el río llevaba mercancías preciosas y seres extraños, como esos minúsculos pigmeos enviados a cierto faraón y citados por Homero. Un nuevo período de la historia de las exploraciones del Alto Nilo debía abrirse con los Tolomeos, en el siglo III a. de C.

3-Contactos entre Sumerios y Egipcios. Sobre el mango del cuchillo (2º cara) de Djebel-el-Arak, la batalla y captura de prisioneros se hace sobre una flota de naves sumerias

CONTACTOS ENTRE SUMERIOS Y EGIPCIOS Sobre el mango del cuchillo (segunda cara) de Djebel-el-Arak, una escena de batalla y de captura de prisioneros se desarrolla sobre una flota de naves sumerias de proa y popa simétricas y levantadas (Museo del Louvre.)

En cuanto al desierto de Libia, al Oeste, los egipcios se contentaron con establecer allí la vigilancia contra las incursiones de los nómadas, sin preocuparse en explorarlo, y en mantener contactos con los oasis próximos, en particular el de Siwa, célebre por su oráculo de Amón.

 

EL EGIPTO ABIERTO AL MEDITERRÁNEO.

La ventana de Egipto daba, en realidad, al Mediterráneo. La más antigua relación de viaje por mar conocida en el mundo es aquella en que el faraón Esnefru, de la IV dinastía, celebra la llegada de cuarenta navíos que regresaban del puerto fenicio de Biblos con una carga de madera de cedro y de meru (¿pino?) hacia 2750. Éste no era el primero de esos viajes. Biblos, a unos kilómetros al norte de Beirut, estuvo habitada desde la época neolítica; se han encontrado en las tumbas de los faraones de la I dinastía (3200-2800) vasos ahusados y recipientes en cerámica peinada importados de Biblos, y recíprocamente en Biblos vasos de alabastro ofrecidos por un faraón de la II dinastía (a comienzos del milenio III) a la diosa Baalat Gebal. Una colonia egipcia se instaló en el puerto fenicio con sus dioses, y los intercambios comerciales entre la costa libanesa y el delta se intensificaron sin adquirir un carácter exclusivo: Egipto compraba en el Líbano madera, aceite y vino; hacía construir allí sólidos navíos; a cambio, exportaba allí objetos artísticos, metales preciosos, productos del país; pero las excavaciones recientes de Megiddo, en los confines de Samaria y Galilea, y de Misrifé, más al Sur, han revelado la existencia de relaciones semejantes con la costa palestina desde la época de la I dinastía.

4-Embarcación egipcia de oro macizo de una reina de la XVIII dinastía en Tebas

TIPOS DE EMBARCACIONES EGIPCIAS Modelo en oro macizo de la nave de una reina de la XVIII dinastía en Tebas (Museo de El Cairo).

Las relaciones de los faraones con Biblos tomaron a veces la forma de una verdadera soberanía, en particular durante la XII dinastía, a principios del milenio II; en el siglo XV, en el apogeo del Nuevo Imperio, Egipto conquistó incluso Palestina y Siria, pero por poco tiempo. Por los puertos fenicios se hacían la mayor parte de sus intercambios con Asia, en particular con Mesopotamia, y por allí llegaban las personas y las influencias artísticas de origen asiático, principalmente sirio, cuya presencia han descubierto la historia en el valle del Nilo.

 

EGIPCIOS Y CRETENSES

Entre Egipto y Creta las relaciones apenas fueron menos antiguas ni menos estrechas; en tiempos de la IV dinastía (2700-2600) ya llegaban vasos egipcios a Cnosos, bien por vía directa, bien por intermedio de los puertos sirios; a cambio, los cretenses piden a Egipto perlas y vasos de porcelana, objetos de adorno personal, sin olvidar el marfil. A principios del milenio y, durante el Medio Imperio, los vínculos se estrecharon: se ha encontrado en las tumbas del Valle de los Reyes de esta época sellos de botones y loza de fabricación egea.

5-Barca de recreo de una reina de la XVIII dinastía en Tebas en la que se consideraba que el muerto hacia su viaje a Busiris

Barca de recreo de la misma época en la que se consideraba que el muerto hacía su viaje a Busiris. Remeros emparejados, cuyo ritmo era cado por la voz o, el silbato de un conductor, dirigiendo el piloto con auxilio de un simple remo o timón de doble remo, situándose conductor y piloto tan pronto a proa como a popa (mástil y berlingas).

Igualmente en la gran época del Nuevo Imperio (1500-1400), que corresponde al apogeo de la civilización minoica: instalados en la isla de Faros, donde han recibido autorización para establecer un puerto, los keftiu (cretenses) venden a los egipcios aceite de oliva, vino, tejidos, vasos de piedra, de metal o de tierra cocida, objetos esculpidos, y reciben de ellos legumbres secas y aceites preciosos, marfil, escarabajos, cristal coloreado, vasos de alabastro. Más aún: diversos textos y monumentos figurativos representan a los cretenses, cuya lengua hablaban y escribían algunos funcionarios egipcios. Pero muy pronto, en el siglo XIII, un huracán se abate sobre el Mediterráneo oriental: dueños del mundo egeo, los «pueblos del mar», en los que se reconocen bandas indoeuropeas, se lanzan al asalto de la costa sudoeste de Asia, que cede, y de Egipto, que detiene a duras penas la invasión a sus puertas. La decadencia está cercana: en adelante, salvo raras excepciones bajo los Tolomeos, Egipto ya no va al encuentro de los pueblos extranjeros, sino que los acoge o padece su visita. El balance de la contribución de Egipto al descubrimiento de la Tierra aparece bastante exiguo; como Mesopotamia, Egipto contribuyó, por sus relaciones con las otras regiones de Oriente, a propagar la civilización que había hecho brotar en su seno; pero no quiso arriesgarse a través de los continentes o de los mares; le faltó esa afición a la aventura y a los viajes lejanos que poseyeron en el más alto grado los cretenses, los fenicios y los griegos. Por otra parte, no es cierto en absoluto que fuesen los egipcios quienes descubrieron Creta; lo contrario parece más probable. En todo caso, son los cretenses quienes tomaron la parte más activa en las relaciones ulteriores entre los dos países.

 

 

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